miércoles, 11 de enero de 2012

SALIDA HACIA HAMPI, DEJAMOS GOKARNA


La cama de las cucarachas
Otra vez, como ayer nos pusimos en pie a primerísima hora de la mañana. Ducha fría como cada día (el día que pillemos una ducha de agua caliente vamos a alucinar, lo mismo que el día que nos sentemos en un water). Recogimos nuestras cosas y dejamos muchas otras que ya no necesitamos. Metimos unas cuantas cosas en una caja que nos dieron ayer por la noche y marchamos a desayunar al PREMA. Nos habían dicho que estaría cerrado pero por si acaso fuimos a ver.
Gala desayunando en el Prema con
William Frederick detrás


Estaba abierto y fue toda una alegría, es barato y muy bueno. Desayunamos tranquilos viendo el ajetreo que se traen los dos jóvenes camareros que van de la cocina al comedor sin apenas decir nada. Uno de ellos es muy joven, tiene una chapa de Italia en el pecho, el otro es más mayor. Podría ser mexicano, lleva el bigote típico de un mariachi y va descalzo. Su dedo gordo se separa del resto de los dedos como buscando una estabilidad en la pisada. Es bastante típico esto en todos los que van descalzos. Además suele llevar camisetas de fútbol del manchester o de la selección australiana de cricket. Es un tipo muy serio pero muy majo. Todas las mañanas le pregunto que tal está, siempre me contesta "good sir!" y termina la frase con una sonrisa y una mirada de agradecimiento y sorpresa.

El jefe del Prema
En este sitio además de servirte cantidad lo hacen muy rápido,lo cual llama mucho la atención ya que en el resto de establecimientos la velocidad no es su fuerte. Es curioso el hecho de que en este que son rápidos tengan un cartel en el que piden que por favor no se tenga prisa. EL fondo del restaurante es una especie de tablón de anuncios donde todo el mundo deja publicidad de la multitud de actividades relacionadas con el yoga o la ayurveda que se pueden hacer en este sitio.




El tuctutero de Pilar,
 ahora el nuestro
Tras este divertido desayuno en el que comimos tostadas con tomate y queso y pancake de banana y miel (todo un clásico) nos fuimos a mandar nuestro paquete por correo. Esto es una labor la mar de lenta. Primero cogimos un tuc tuc. Este tuc tuc que paramos era "casualmente" el mismo que llevó a Pilar el día anterior a la estación de trenes. Le pregunté "Do you remember me?", "yes of course!!". Estuvimos hablando un rato sobre cundo llevo a Pilar y aproveché para tirarle una foto que aceptó de buen grado.







Tomando unas birras con Vito

Mientras tanto los sastres embutían nuestra caja en una tela que hacían en ese preciso momento. Resulta alucinante verles trabajar, miden la caja y en un rato tienen preparada una tela que protege la caja, el problema es que les queda corta y tienen que volver a empezar de cero entre risas. Al cabo de media hora la caja está perfectamente cerrada con esa tela, pagamos 60 rupias y nos vamos al post office que se encuentra justo enfrente. Aprovechamos para acordarnos de aquellas 300 rupias que nos pidieron por lo mismo en Khajurajo, estaba claro que nos trataban de engañar en aquella ocasión.
En el post office lo primero que hacen es pesar nuestra caja. Pesa exactamente 8 kilos y medio. Nos cobran por mandarlo 1630 rupias. Nos fastidia gastar este dinero ya que son varios días en India pero quitarnos peso nos resulta maravilloso. El problema es que lo mandamos a Barcelona y tardará un mes y medio en llegar. La opción rápida cuesta 1000 rupias más. 2600 rupias serían más caro que el contenido de la caja así que optamos por la opción barata. Tras pasar otra media hora en la oficina de correos nos vamos a despedirnos de la chica española que vive con su hija junto a la playa. Allí nos encontramos con Vito y juntos ayudamos a la niña a hacer los deberes. Se pone remolona y le decimos que si termina rápido nos vamos a bañar a la playa. Acepta y en un rato estamos pegándonos con las olas en medio del mar. En una de esas la niña, que tiene 8 años y me llama el "listo de 12 años" porque le dije que tenía yo 12, se me agarra a las orejas en un salto y me arranca un pendiente que se pierde en el fondo turbio de la playa.
Más tarde y allí mismo nos sentamos a comer unos huevos con patatas y un arroz en uno de los bares de bambú de la playa. Resolvemos un rato el mundo hasta que nos cansamos y decidimos volver despacito hasta nuestro hotel en compañía de los tres.
El camino junto a la playa Mainbeach

En la calle que lleva a nuestro hotel nos despedimos de ellos con tristeza ya que hemos hecho buenas migas y hemos cogido mucho cariño a la pequeña que nos da unos abrazos enormes. No quiere que nos vayamos.
Más tarde y tras una ducha volvemos al Prema a cenar algo sin mucha hambre. Pasta y patatas para llenar nuestro estómago. Nos despedimos de los camareros y del dueño y tiramos para la estación. Allí cogemos un autobús dirección Ankola. En esta pequeña población tenemos que esperar, cosa que hacemos ahora mismo en un bar, no sin antes discutir con el tuctutero en la puerta de un restaurante que como siempre, tras pactar un precio, quiere quedarse con las vueltas. No es una cuestión de dinero, es una cuestión de que si te tiras 15 minutos pactando un precio lo justo y lógico es que ese precio se respete cuando llegues y no trate de quedarse con las vueltas. Tras terminar la discusión nos giramos y pedimos disculpas por el espectáculo a los allí presentes que levantan la mano y sonríen acostumbrados a este tipo de discusiones.
Camino de nuestro hotel

Ahora estamos sentados en este bar, nos queda aquí aproximadamente una hora de espera y saldremos en cuanto llegue el autobús dirección Hampi. Nos esperan 7 horas de bus en sleeper, esperamos dormir un poco y que no se convierta en otro trayecto infernal como aquel que nos llevó a Gokarna.
Seguramente ahora Pilar estará metiendo su ropa en una lavadora y dejándola lo más blanca posible, esto es tela de difícil, seguro que hay mugre que no sale si pegándole fuego. Y se acordará y echará de menos esos momentos de espera que pasamos los tres juntos en las muchas estaciones de autobús entre risas y confidencias. Hoy en el tuc tuc que nos llevó a donde ahora estamos había mucho espacio y se te echó muchísimo de menos en todo momento. Esperamos y deseamos que tu llegada a Madrid fuese la mejor del mundo y que alguien se acordara de llevarte una copita de buen vino como deseabas.
Para terminar me gustaría escribir un cuento de Essopo que leí en casa de la mujer española y su hija:


El avaro:

Un hombre que veneraba el oro cambio todas sus posesiones que tenía por un saco monedas que tenía el tamaño de una cabeza de vaca.Cómo temía que se lo robasen, lo enteró en su jardín, aunque todos los días lo desenterraba varias veces para contar y recontar sus monedas de oro.
Un día, un ladrón le vio cavar la tierra para sacar el saco, y aquella misma noche entró en el jardín del avaro y le robó su tesoro. A la mañana siguiente, nada más levantarse el avaro corrió a su jardín para desenterrar su oro, pero no lo encontró.
-!Me han robado, me han robado!-, comenzó a lamentarse a voz en cuello.
Sus gritos eran tan fuertes que llegaban a todos los rincones de la ciudad. Al oírlos, el criado del avaro salió corriendo al jardín.
-¿Que le ocurre señor?- Le preguntó a su amo.
El avaro se puso a sollozar.
-¡Me han robado mi oro, me han robado mi oro!- Decía.
Entonces el criado levantó un gran pedrusco que había en el jardín y se lo entregó a su señor.
-Consuélese con esto- Le propuso-:vale lo mismo que su oro.
El avaro montó en cólera.
-Pero, ¿qué estás diciendo idiota?, ¿no ves que este pedrusco no vale nada?
-Tampoco su saco de monedas valía nada. Usted nunca se hubiera desecho de ellas, así que no servían para nada. ¿O es que no se da cuenta de que el rico que no goza de lo que tiene es en verdad tan pobre como un mendigo?
Si no usas lo que tienes,  ¿para qué lo quieres?.

En fin, me gustó y aquí lo dejo, que cada cual saque sus conclusiones. Lo dicho, que nos vamos a Hampi.

En el bar de carretera
Seguimos en el autobús. Al subir nos han dado la noticia fantástica de que están todas las camas de sleeper ocupadas, nos han vendido billetes que no tienen disponibles ya que está el autobús hasta los topes. Curiosamente había muchísima gente de habla hispana y entre todos le hemos puesto a caldo al tipo pero nos ha dicho bien claro que o lo tomábamos o nos quedábamos en medio de la nada. Accedimos a entrar y fue el infierno total. Nuestro asiento estaba ocupado por un indio al que echaron a patadas, aunque protesté por ello tampoco me hicieron caso y nos sentaron allí. El asiento en cuestión está sobre una rueda del autobús lo que hace imposible estirar las piernas y el asiento delantero tiene el respaldo roto, Nos habíamos dejado 2000 rupias en este trayecto que pensábamos hacer en una cama y al final Gala ha dormido en los dos asientos y yo en el suelo. He de decir que me he quedado dormidísimo, eso si, han pasado por encima mio varias veces y he podido sentir más de un animal con patas recorriendo mi cuerpo. En fin, a 5 kilómetros de Hampi el conductor (hijo de una hiena), ha decidido hacer otra parada, no se sabe muy bien porque, pero me viene perfecto para escribir este último párrafo.


Un abrazo a todos en especial a nuestra punkiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!.

Chapatiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!

Leuk leuk leuk!!!!!!!

Namasté mira dost!!!
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