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Nuestra habitación |
Tras una breve búsqueda encontramos un pequeño Guest House en Varkala. El tuctutero nos dijo que era lo más barato del lugar y allí fuimos. discutimos un rato con el dueño que lejos de ser simpático luchaba una y otra vez por unas pocas rupias. Aún siendo un sitio modesto y barato seguía siendo caro para nuestro presupuesto. Más tarde y preguntando por el pueblo descubrimos que estábamos en el más barato del lugar.
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La calle que lleva a la playa |
Aquí pagamos 375 rupias por una habitación. La mayoría de hoteles y Guest Houses de por aquí superan los 1000 o 1500. Cierto es que todos están a primera linea de playa y que nosotros estamos en una calle que sube hasta la salida del poblado. De todas maneras a pesar de ello no tardamos más de cinco minutos en estar en la playa. Todo está rodeado de palmeras y de pequeños puesto de ropa, telas y pequeñas joyitas para los turistas, que aquí son muchos, muchísimos.
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Pillando unas "waves" |
Estuvimos en la playa por la mañana, tras desayunar. Pasamos más de dos horas metidos en el agua, unas aguas calientes en donde no da ni la mínima impresión el entrar. Las aguas están muy limpias pero los fondos es un constante pisar cosas que es preferible no ver. Alquilamos un body-board y echamos unas risas con las olas. Había algunas olas increíblemente grandes aunque la mayoría apenas pasaba del medio metro.
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El camino que lleva a la playa |
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The paradise |
Tras las risas en el agua y el consiguiente agotamiento nos fuimos a tomar una coca cola en uno de los muchos bares restaurantes que hay en el paseo del acantilado, junto a la playa. Entre puestos se pueden encontrar muchísimos puestos de ropa, agencias de viajes y pequeñas tiendas en donde comprar agua y tabaco. Los restaurantes muestran el pescado que han atrapado en sus redes por las noches y depende del día este es más o menos fresco, hay días en el que el pescado tiene ojos poco brillantes, esto se debe a que no es pescado fresco y tapan los ojos con hielo que echan una y otra vez sobre el género.
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El camino de la playa |
Gala y Pilar se quedaron por las tiendas viendo las cosas que había a la venta, todo muy bonito pero muy caro, es un sitio al que no hay que venir de compras y yo me fui a pasear por el mismo camino por el que fuimos el día anterior.
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A 60 pavos la noche |
El camino transcurre por encima de la playa, a un lado el acantilado y al otro montones de pequeños hoteles de un precio que ni siquiera sabemos escribir en un papel. Pequeñas casetas para guiris con mucho dinero. En la puerta disponen de hamacas y sitios donde colgar la ropa, la única pega es que no disponen de cocina interior.
Por este camino se llega a lo que llaman Black Beach. Esta es una pequeña playa de apenas 50 metros, de arena negra donde casi no hay gente. Los chavales de la zona dicen que es lugar donde hacerse con marihuana aunque hay que decir que por este sitio nunca hay nadie, ni ofreciendo ni comprando y seguramente los precios sean como todos los de este pequeño pueblo, abusivos y para guiris.
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Las escaleras del
acantilado |
Una vez que se bajan unas escaleras el camino transcurre paralelo al mar y han construido un espigón a base de rocas que aunque afea la playa evita el deterioro de la linea de costa. Hay algunos puntos de esta playa con olas verdaderamente buenas, olas de izquierda perfectas, con la salvedad de ser cortas y con poca fuerza, perfectas para el body board o tabla larga, malas para pincho.
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Palmeras llenas de cocos con el espigón al fondo |
A los laterales miles de palmeras llenas de cocos. Hay tantos que estos se caen de las palmeras y terminan pudriéndose en el suelo. Con un poco de maña y algo de paciencia haciendo uso de una rama caída se puede coger alguno. Una vez en el suelo lo golpeas contra una roca y estos se abren por completo dejando escapar el agua de coco, dulce y algo fresca. Esto se puede hacer solo en algunas zonas donde no hay asentamientos de gente de la zona. Estos controlan las palmeras y las cuidan para luego venderte los cocos y su agua por un precio que oscila entre 20 y 50 rupias, dependiendo de lo que uno esté dispuesto a regatear.
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Barcas de pescadores |
Algunas de las pequeñas calas de la zona están llenas de barcas de pescadores, con sus redes y sus aparejos, descansando para la llegada de la noche, momento en el que los pescadores salen para echar sus redes en el horizonte. Son tantos que cuando por la noche se observa, allí donde termina el mar y empieza el cielo, las cientos de luces dan la impresión de que uno se encuentra en un río muy ancho y al otro lado hay una ciudad más grande que esta. Son cientos las luces y le da un aspecto precioso al mar. Estas luces dibujan una linea perfecta.
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El duo dinámico |
Por la noche cenamos en un pequeño restaurante, como cada día comimos lo más barato de la carta y salimos de allí directos a comernos un helado que nos habían recomendado unas mujeres alemanas. Helado spanish delice, no está muy claro a que sabe pero está muy bueno y si encima te pasas con el sirope de chocolate, que puedes echar a casco porro, pues se convierte en una locura total.
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Las increibles puestas de sol de colores naranjas y rosas desde uno de los bares |
La tos y el mal estar quedó atrás hace días, nos encontramos perfectamente y seguimos muy agusto recorriendo este inmenso país. Hemos decidido pasar aquí el fin de año. Este día lo disfrutaremos con algún pescado de la zona hecho al horno con un plato que desborde patatas fritas de esas que hacen por aquí con raros aceites y que les dan un color amarillo sospechoso pero que están muy buenas.
Namasté mira dost!!!! esta frase aquí ya no significa nada, aquí se habla uno de los 67 idiomas de India y cuando dices esto a alguien te mira con cara de no entender absolutamente nada.
Desear a todo el mundo que prepare un buen fin de año ya que este, según los mayas, es el último. El próximo puede que sea diferente, quien sabe si mejor. ;)
GRANDE DEIBIZZZZZZZZ GRANDEEEEEEEEEE
ResponderEliminarFELICES FIESTAS GUAPETONAAAAAA