Udaipur desde el Kesar Guest House con el Minerwa al frente |
Ayer no hicimos otra cosa que descansar y hablar con artesanos en Udaipur, fue mejor de lo que podíamos imaginar. Nos lo pasamos francamente bien y hay que decir como punto negativo, que tampoco lo es, que hablar con cada uno de ellos te puede llevar un mínimo de varias horas. Lo bueno es que se gana fácil la confianza de esta gente y enseguida ven que no tienes ninguna intención que no sea lo que les cuentas.
Es curioso como se relacionan con el resto de gente mientras están hablando contigo, les molesta mucho que alguien les hable mientras están concentrados en caerte bien y en hacer las cosas como se debe.
Ayer encontramos a un vendedor de marionetas que era un verdadero artista, no solo en las piezas que tenía, algunas de ellas antigüedades que posiblemente no habría manera de sacarlas del país, también por su destreza en el manejo de ellas, un auténtico artísta.
EL TITIRITERO EN ACCIÓN:
Además de otros destacaremos a un pintor tradicional que hacía auténticas maravillas con el pincel. Un tipo creativo que pasaba de lo tradicional a lo moderno con suma facilidad.
Hacía miniaturas gigantes, algo espectacular y además hacía trabajos por encargo.
Ya hablaremos de todo esto mas adelante :)
En el Arzak indio |
Para terminar el día nos fuimos a cenar a un restaurante en el que estuvo Pilar hace 2 años. El sitio estaba un poco escondido, junto al pequeño Ghat de Udaipur. En un callejón apartado dentro de un soportal y tras subir unas escaleras se encontraba...
EL ARZAK INDIO (+18)
El lugar era el típico Roof que se encuentra en todas partes de India y el cocinero-camarero era de lo más personaje que se pueda encontrar en este país. El tipo se hacía llamar Manolo. Había vivido en Tarragona 3 años. Fue para allá enamorado de una vasca llamada Maria que vivía en Barcelona. Según nos contó aquello no había funcionado por la edad avanzada y el estado de la madre. Ni puñetera idea que significa eso. La cosa es que no hablaba nada de español y seguía enamorado de ella. La llamó delante nuestro y no le cogió el teléfono pero ponía unos ojitos de pena cuando decía María que daba una penica... El tipo parecía llevar una fumada increible y en algún momento llegamos a pensar que no cenaríamos nunca. En uno de esos momentos nos preguntó qué queríamos cenar y le pedimos un Dhal y un Chana Masala, lentejas y garbanzos indios que están buenísimos. Nos dijo que no. Que mejor una cosa que estaba haciendo él que estaba muy bueno, lo llamó Dhal Bathi. Decía que era como el Dhal pero mejor. En definitiva, nos puso de comer lo que le salió de las pelotas y nunca mejor dicho ya que esa comida consiste en dos pelotas de masa de pizza con una salsa de Dhal y otra que parecía semen de búfalo. Si, es una cerdada lo sé pero es lo que parecía. Y tampoco es que me de por beber ese tipo de cosas o que sea algo común en mi alimentación pero si lo vierais diriais lo mismo que yo. El aspecto de esa salsa era vomitivo y cuando le preguntábamos que era el decía solamente bafala (búfalo en intento de hablar castellano).
Comida sin manosear a base de Pelotas, Dhal y eso que es blanco y viscoso y huele raro. |
Lo genial y gracioso fue cuando trajo la comida. A mi me puso las bolas en el plato (no las suyas, las que me trajo para comer) y a Pilar le hizo lo mismo, con la diferencia de que a ella le desmenuzó las bolas con los dedos hasta hacerlas papilla. Le echó el semen de búfalo por encima y luego el Dhal y lo removió con los dedos. Con las dos manos, por cierto, la de comer y la de limpiarse el culo. Pero Pilar es enfermera así que seguirá con vida.
Pelotas sobadas por mano de cocinero y revuelto con líquido sospechosamente viscoso, con cebolla por encima |
Cuando fue a hacer lo mismo en mi plato casi le corto la mano. Creo que si toca de la misma manera mi comida me tiro roof para abajo de cabeza, que ascazo. Le puse la excusa de hacerle la foto, minuto que aprovechó para volver a la cocina y olvidarse un rato de mi.
La comida estaba increiblemente buena. Un fiera de los fogones. Pilar también disfrutó y supongo que su plato tenía más fundamento que el mio :S
Al terminar nos dieron con la cuenta en el morro y fue entonces cuando vimos en su rostro rasgos parecidos a los de Arzak, Subijana e incluso el gran Ferrá Adriá vaya hostia nos pegaron por las pelotas del búfalo. 500 rupias. Eso son 6 euros y pico. Menos mal que no fue Manolo quien nos cobró, yo creo que ese no tiene ni idea de lo que vale nada que no sean canutos.
En definitiva, mereció la pena conocer al cocinero indio que estaba enamorado de una española a la que llamaba solo los fines de semana porque entre semana no le cogía el teléfono.
Ayer fue un día tranquilo, lo pasamos bien y comimos cacahuetes en la calle like a monkeys!!!!
Namasté mere dost!!!
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